DAMIÁN Y EL PRÍNCIPE AZUL
Hace muchos, muchos, muchos minutos, en un lugar muy extraño y muy lejano llamado Consejo de la Juventud, se encontraban unos amigos y amigas hablando sobre qué presentes regalar en una festividad muy señalada propia de aquel lugar
Uno de los amigos, al comprender que faltaba un amigo muy especial, les dijo a los demás:
- ¿Sabéis qué me gustaría regalarle a Damián, ahora que no está?
“Noooooo”, dijeron todos y todas.
- ¿Sabéis cuál sería el mejor regalo para él? ¿El que le haría más feliz?
“Noooooo”, volvieron a exclamar, francamente intrigados e intrigadas.
- Deberíamos traerle a su Príncipe Azul-dijo con determinación.
Al instante todos los amigos y amigas de Damián comprendieron que era la mejor idea qué podían tener. Damián se había enamorado recientemente de un apuesto joven en una fiesta de la Nobleza Torremolinense. El joven, nuevo en el reino, provenía de un lejano territorio allá donde las ches son más intensas y utilizan a veces palabras muy exóticas. El lujo, la suave música y las continuas miradas obraron el milagro. Pero le tocó volver a la realidad de su lejano reino, y su angustia y tristeza se hicieron patentes para todos.
Todo estaba decidido. Al poco tiempo recibieron carta del Príncipe Azul con el visto bueno. Se trazó un exquisito plan para determinar su encuentro, y se decidió que pasaran una romántica velada en el Palacete Tryp, famoso por el gran número de enamorados y enamoradas que han recibido allí las bendiciones del amor.
Pero la desgracia se dibujó en el horizonte cuando parecía que todos los planes van cumplirse milimétricamente. Una carta de mal augurio llegó a las manos de los amigos y amigas. Las responsabilidades del Príncipe azul en la Corte de Málaga le impedían de cualquier manera estar aquí para tan señalada fecha. Los amigos y amigas entristecieron y comprendieron la mala suerte que habían tenido. El botín que consiguieron reunir entre todos y todas quedaba sin objetivo.
Pero siempre hay un rayo de esperanza en mitad de la oscuridad. Una idea surgió en el grupo de amigos y amigas. Uno de ellos conocía a un viejo brujo que tenía un artilugio que casi nadie había visto.
Este aparato servía para comunicarse con aquella persona de la que uno estuviera enamorado y para construir melodías que traían ensoñación a la vida diaria. Los amigos sabían que aquello era lo más parecido a su príncipe azul que podían conseguir. Dos amigos y una amiga fueron elegidos para tamaña empresa, dispuestos a arriesgar su vida para conseguir ese objeto, que estaba en manos de tan peligroso brujo.
Damián, al ver la determinación de sus amigos y de su amiga, pese a no saber donde se dirigían, pues todo el proceso se había llevado en el más absoluto de los secretos, quiso acompañarlos.
-NOOOO-dijo uno de sus amigos. Y dio una excusa banal.
Tras arduos caminos y largas ascensiones, llegaron a la oscura residencia del brujo. Fue duro, pero tras una lucha desigual, consiguieron el artefacto.
El artefacto fue envuelto y guardado a buen recaudo, para que Damián no supiera cuál iba a ser su regalo. Todos y todas actuaron con naturalidad. El quinto día del primer mes del año, fueron a entregarse los regalos y entonces...
... el cuento se hizo realidad.
Hace muchos, muchos, muchos minutos, en un lugar muy extraño y muy lejano llamado Consejo de la Juventud, se encontraban unos amigos y amigas hablando sobre qué presentes regalar en una festividad muy señalada propia de aquel lugar
Uno de los amigos, al comprender que faltaba un amigo muy especial, les dijo a los demás:
- ¿Sabéis qué me gustaría regalarle a Damián, ahora que no está?
“Noooooo”, dijeron todos y todas.
- ¿Sabéis cuál sería el mejor regalo para él? ¿El que le haría más feliz?
“Noooooo”, volvieron a exclamar, francamente intrigados e intrigadas.
- Deberíamos traerle a su Príncipe Azul-dijo con determinación.
Al instante todos los amigos y amigas de Damián comprendieron que era la mejor idea qué podían tener. Damián se había enamorado recientemente de un apuesto joven en una fiesta de la Nobleza Torremolinense. El joven, nuevo en el reino, provenía de un lejano territorio allá donde las ches son más intensas y utilizan a veces palabras muy exóticas. El lujo, la suave música y las continuas miradas obraron el milagro. Pero le tocó volver a la realidad de su lejano reino, y su angustia y tristeza se hicieron patentes para todos.
Todo estaba decidido. Al poco tiempo recibieron carta del Príncipe Azul con el visto bueno. Se trazó un exquisito plan para determinar su encuentro, y se decidió que pasaran una romántica velada en el Palacete Tryp, famoso por el gran número de enamorados y enamoradas que han recibido allí las bendiciones del amor.
Pero la desgracia se dibujó en el horizonte cuando parecía que todos los planes van cumplirse milimétricamente. Una carta de mal augurio llegó a las manos de los amigos y amigas. Las responsabilidades del Príncipe azul en la Corte de Málaga le impedían de cualquier manera estar aquí para tan señalada fecha. Los amigos y amigas entristecieron y comprendieron la mala suerte que habían tenido. El botín que consiguieron reunir entre todos y todas quedaba sin objetivo.
Pero siempre hay un rayo de esperanza en mitad de la oscuridad. Una idea surgió en el grupo de amigos y amigas. Uno de ellos conocía a un viejo brujo que tenía un artilugio que casi nadie había visto.
Este aparato servía para comunicarse con aquella persona de la que uno estuviera enamorado y para construir melodías que traían ensoñación a la vida diaria. Los amigos sabían que aquello era lo más parecido a su príncipe azul que podían conseguir. Dos amigos y una amiga fueron elegidos para tamaña empresa, dispuestos a arriesgar su vida para conseguir ese objeto, que estaba en manos de tan peligroso brujo.
Damián, al ver la determinación de sus amigos y de su amiga, pese a no saber donde se dirigían, pues todo el proceso se había llevado en el más absoluto de los secretos, quiso acompañarlos.
-NOOOO-dijo uno de sus amigos. Y dio una excusa banal.
Tras arduos caminos y largas ascensiones, llegaron a la oscura residencia del brujo. Fue duro, pero tras una lucha desigual, consiguieron el artefacto.
El artefacto fue envuelto y guardado a buen recaudo, para que Damián no supiera cuál iba a ser su regalo. Todos y todas actuaron con naturalidad. El quinto día del primer mes del año, fueron a entregarse los regalos y entonces...
... el cuento se hizo realidad.