lunes, 13 de abril de 2009

Caza Y Pesca


De todas las formas de explotación a las que el ser humano somete a los animales, quizá la peor sea matar por diversión.A mediados de octubre empieza la temporada de caza, y alrededor de un millón de escopetas en el estado español salen a disparar sobre todo tipo de animales inocentes, -no importa si son o no de especies protegidas-, que no les han hecho nada. Los 250 millones de cartuchos que se disparan cada temporada dejan en el campo más de 5.000 toneladas de plomo, dejando en entredicho el manido argumento ecologista de los cazadores.El otro gran argumento de este colectivo, como es el del equilibrio de las especies, también se desbarata, pues solamente por el "placer" de matar, por ejemplo, una perdiz -por la que se pagará entre 30 y 50 euros-, son criados anualmente 5 millones de ejemplares en el estado español.Son las nuevas cacerías que traen a conocidos dirigentes mundiales, aristócratas, toreros, banqueros o cracks del deporte a nuevos escenarios de poder bastante insospechados, como fincas y cotos de Albacete, Ciudad Real, Cáceres o Toledo, cada año visitadas por algún miembro de la realeza e incluso representantes de Medio Ambiente de la Unión europea . Estas cacerías sociales son, sin embargo, celebradas a espaldas de la prensa, pues curiosamente en un país donde la tortura de los toros es la "fiesta nacional", la afición cinegética sigue sin estar socialmente bien vista.La pasión por la caza de Juan Carlos I, desató un escándalo social sin precentes el pasado mes de octubre en Rumanía, donde el monarca abatió durante unas sangrientas jornadas a varios osos de una especie protegida. Las imágenes de los animales y sus crías desorientadas sobre los cadáveres de sus madres fueron silenciadas por los medios de comunicación españoles. El ejemplo fué seguido pocos días después por dos conocidos deportistas de élite. Lo cierto es que la caza mueve al año millones de euros de beneficio y genera miles de puestos de trabajo. Pero en muchas ocasiones, las actividades que generan beneficios económicos son inversamente proporcionales a la ética.... La caza y la pesca no pueden ser considerados un deporte pues los animales no participan voluntariamente ni están en igualdad de condiciones. Los deportes no deben comportar derramamiento de sangre ni muerte. El hecho de que cazar y pescar se practique desde siempre no quiere decir que sea moralmente bueno, no todo lo que lleva haciendo el hombre durante siglos lo es.La caza supone la muerte gratuita de miles de animales. Además, muchos de ellos no mueren al momento y vagan malheridos durante días. Los cazadores, aunque lo nieguen, siguen utilizando métodos prohibidos para cazar o librarse de los que ellos llaman alimañas: cepos y venenos llenan los cotos de caza y provocan lentas y dolorosas muertes a todo tipo de animales.También implica la explotación y abandono de los perros que utilizan para ello, cuando dejan de rendir al máximo. Práctica generalizada en muchas zonas del estado español es el ahorcamiento de galgos y otros perros de caza al final de la temporada.